La Pamplona en Santiago de Chuco
Por: Dr. Javier Delgado Benites (*)
Después de la conquista española, Santiago de Chuco su población la mayor parte de la urbe fue de origen español, eso se demuestra en sus construcciones de su arquitectura urbana, la antigua iglesia, las casas con amplios corredores, salas, patios, con portadas o portones, escalones y balcones de madera (ahora la mayor parte destruidas, reemplazadas por construcciones de ladrillo).
Según relatan que vivía en Santiago de Chuco un español de origen de Pamplona que es una ciudad española, capital de Navarra, ubicada en el norte de la península ibérica.
Este ciudadano español llegó hacer bastante influyente en la población porque llegó ocupar cargos públicos; en su juventud era aficionado a nadar y al llegar a la serranía de La libertad, decidió radicar en Santiago de Chuco, buscó en los ríos cercanos al pueblo, un lugar adecuado para practicar su afición al nado y de tanto escudriñar, escogió dicha poza natural que era muy similar a una poza donde practicaba natación en su lar natal, le bautizó con el nombre de su tierra de origen y desde ahí el lugar es conocido como Pamplona (llamados por algunos lugareños como Plampona)
La Pamplona esta ubicado en la terminación del río Quenrre, está cerca de la unión de dos ríos, Quenrre y Santa Mónica, donde da nacimiento al río Patarata, cerca al famoso Infiernillo. En tiempos atrás era bastante visitado en el día por los niños escolares, colegiales y personas, porque era la piscina natural para bañarse todo el año, disfrutando de sus aguas translúcidas, donde se pasaba horas nadando hasta cansarse y en las noches principalmente en luna llena es un lugar misterioso y mágico donde aparecen duendes y ninfas para bañarse y divertirse de sus aguas donde se ríen a carcajadas, según relatan las personas que han logrado espiarlo.
También anidaban patos silvestres y un poco para arriba del río Quenrre, era hábitat de los lifes que son pequeños pescaditos de cabeza semicircular rematada en varios apéndices, con cuerpo sinuoso, a veces manchado, que termina en una cola trapezoidal.
Con respecto a lo último, recuerdo mi niñez y adolescencia en mi tierra con mis amigos de barrio alto, íbamos a pescar, llevábamos una sartén, manteca y sal, cerca de la orilla del río hacíamos un fogón de tres piedras, con pishoques de eucaliptos, prendíamos fuego y freíamos los lifes, estando listo para causear en el borde del río Quenrre. ¡Qué tiempos y momentos inolvidables!
(*) Doctor en Educación, ingeniero químico, investigador del Instituto de Investigación en Ciencias y Humanidades, directivo del Movimiento Capulí, Vallejo y su Tierra, docente universitario.