La inseguridad en manos de los alcaldes
Por Yuri Castro
En la última sesión descentralizada de seguridad ciudadana, el alcalde del distrito de Moche, Arturo Fernández Bazán, le enrostró, a voz en cuello, al congresista liberteño, Octavio Salazar Miranda, por haber hecho poco o casi nada cuando, en su momento, se desempeñó como jefe policial de La Libertad, Director Nacional de la PNP y ministro del Interior. Los reclamos de parte de los burgomaestres hacia los que tiene la sartén bajo el mango para apaciguar la violencia en las calles, sin duda, es racional y justificado.
Las autoridades ediles representan al pueblo, son los que, por voto popular, transmiten nuestra voz, pero ¿cuál es el aporte de sus gestiones para evitar que la ola de criminalidad siga azotando?, ¿hacen algo para apagar el incendio? Hasta ahora, ese granito de arena, con el cual deben contribuir, no salta a la vista.
Constitucionalmente, el Ministerio del Interior, a través de la Policía Nacional, es el llamado a ofrecer tranquilidad en las calles. Eso está claro, pero, no por eso, los alcaldes deben quedarse con los brazos cruzados y dejar esa tarea solo a las fuerzas del orden.
Desde los municipios se puede hacer mucho y, desde luego, con poco presupuesto, si es que se trabaja desde la óptica preventiva. Pero hasta ahora no vemos ni chicha ni limonada, y solo hacen el papel de bebés llorones ante papá Gobierno.
La Hora Zanahoria, a través de su respectiva ordenanza, que fue aprobada en la gestión edil de César Acuña Peralta, por ejemplo, era un buen aporte para evitar que se disparen los actos de violencia. A través de esta ordenanza, se restringía, hasta ciertas horas, el consumo de alcohol en las calles y el funcionamiento de bares y discotecas. Sin embargo, a pesar de su importancia, ahora, es letra muerta.
Daniel Marcelo Jacinto, actual alcalde de Trujillo, cuando estaba en el sillón del municipio del distrito de La Esperanza, también promovió campeonatos deportivos entre barrios peligrosos que permitió traer sosiego y dar oportunidad a jóvenes talentos, pero la autoridad parece que se olvidó de eso y, ahora, solo piensa en sacar las botas y a los vestidos de verde olivo a las calles.
Hay muchos otros proyectos preventivos para poner en marcha desde los municipios, pero solo es cuestión de tener voluntad política. No todo es bala, no todo es policías, patrulleros y comisarías, señores alcaldes. Hay que ponerse a trabajar y pensar un poco en qué se puede hacer desde sus respectivos despachos.