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CHAN CHAN – La ciudadela de barro más grande de América

Ubicado en Trujillo – La Libertad, Perú. Chan Chan significa «la ciudad del sol» en qignam, la lengua hablada en la región, fue fundada en el año 850 d.C. por el pueblo chimú. Herederos de los mochicas y los huari, los chimú florecieron antes de que los incas se convirtieran en la potencia más importante del continente y alcanzaron la cúspide de su gloria entre los siglos XIV y XV.

Los chimú, realizaron grandes obras arquitectónicas como Chan Chan, la ciudadela de adobe más grande de América y la segunda más grande del mundo. Este pueblo construyó una inmensa red de canales para llevar el agua de los arroyos a una tierra árida, olvidada por las lluvias. Chan Chan, levantada en adobe, ocupaba una extensión de 20 Km² y se convirtió en el mayor centro urbano de América del Sur.

Chan Chan no se parece a ninguna otra ciudad del continente. Se compone de nueve ciudadelas, construidas totalmente en adobe, una sucesión de complejos reales ocultos tras imponentes muros de barro de hasta 12 metros de alto y 600 de largo. Cada una estaba formada por un conjunto de corredores que conectaban almacenes, patios, albercas (huanchaques), residencias, inmensos patios ceremoniales de planta rectangular y grandes plataformas funerarias. Los muros de las ciudadelas estaban decorados con frisos geométricos que reproducían mamíferos, aves, peces, criaturas míticas muy propias de su cosmovisión.

Junto a las ciudadelas reales se alzaban complejos más pequeños, seguramente el hogar de nobles y burócratas que hacían funcionar la administración del Estado. Los barrios y distritos artesanos así como los huertos se hallaban en la periferia.

Se cree que en su época de máximo esplendor Chan Chan pudo tener unos 35.000 habitantes.

Cuando un gobernante o curaca moría era enterrado en su propia morada, junto a sus bienes, pero no realizaba solo el viaje al inframundo: se hacía acompañar de una nutrida comitiva de jóvenes mujeres que habían sido sacrificadas. Ejemplo de ello es la plataforma funeraria de una de las ciudadelas, conocida en la actualidad como Nik An («Casa del Centro»), donde además de la tumba del gobernante se hallaron 44 huecos para enterrar a sus acompañantes. Tras el suntuoso entierro, el sucesor construía otro complejo, una nueva ciudadela para él y su corte.

Los Chimú adoraban a la Luna (Shi), y a diferencia de los Incas, creían que era más poderosa que el Sol.

Fuente: F/peruconocelo

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