Pírrica rectificación de Congreso: sin inmunidades en el Estado
Por: Amaro Rodríguez S.
Una expresión popular dice, “no hay bien, que por mal no venga”, tras la mención presidencial de convocar a un referéndum para eliminar la inmunidad parlamentaria, rápidamente titiriteros políticos movieron hilos y automáticamente los congresistas lograron aprobar en últimas horas de la legislatura por 110 votos a favor y 13 en contra, eliminar la inmunidad parlamentaria exigida por un 90% del pueblo por ser utilizada para proteger la corrupción.
Para el pueblo fue una buena rectificación de los congresistas, pero para ellos fue un acuerdo pírrico hacerlo, pero tuvieron la satisfacción de llevarse de encuentro la inmunidad del Presidente de la República, de Ministros y otros funcionarios de Poderes tutelares del Estado. Como lección en México su Presidente Andrés Manuel López Obrador, hizo aprobar el despojo de su inmunidad presidencial para ser juzgado como un simple ciudadano, además se rebajarse el 60% de su remuneración.
La gente honesta no tiene necesidad de una indispensable inmunidad por el cargo de desempeña, la verdad siempre se abre paso, si no somos ladrones para qué la inmunidad. Sin duda alguna los políticos cazurros evaluaron el acuerdo como un grosero error, al no aprobar la eliminación de la inmunidad y en cálculo político el pueblo con un referéndum los castigaría y reconsideraron el acuerdo.
Para la ciudadanía es satisface la eliminación de la inmunidad parlamentaria, que tendrán que aprobarlo como reforma constitucional en la presente Legislatura que se inicia el día de hoy. Queda al descubierto los intentos por parte de congresistas de sentir la presión popular para hacer las cosas bien.
Este hecho me hace recordar la campiña de Poroto, cuando los burros con su carga de yucas desfilaban rumbo a las fábricas de almidón, en esa travesía habían burros mañosos que se tiraban al suelo para quitarles la carga, Entonces curtidos agricultores sabían de esta maña y acuñaron el dicho, “ a burro caído, palo con él”, nadie decía pobrecito el burro, tras una tanda de latigazos el burro se levantaba agilito a trabajar con normalidad. Esperemos que esto no suceda con nuestros congresistas.