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Partidos y políticos reciclados

Por: Percy J. Paredes Villarreal

La Cultura Política, viene a ser una serie de manifestaciones, costumbres, tradiciones, comportamientos, actitudes de las personas que se encuentran inmersas en la construcción  de Políticas, estrategias, planes, programas, etc.,  en las diferentes instituciones públicas tanto a nivel nacional como sub nacional.

La Cultura Política, se circunscribe a un determinado tiempo y espacio, donde se expresan lo mencionado en líneas arriba. Motivo por el cual, una cultura política no es estática ni tampoco es perenne en el tiempo; por lo tanto, ingresa a una etapa de crisis para dar paso a cambios o innovaciones para mejorar o empeorarlo.

La Cultura Política está en permanente cambio y contradicción entre lo nuevo y lo viejo, aunque el proceso evolutivo o de cambio permita fortalecer un modelo o cambiarlo por otro.

Los Partidos Políticos, forman parte de la Cultura Política; ya que, son instituciones que representan a la ciudadanía, a un sector social o a un conglomerado de personas, que se identifican con su ideología, su programa, o tienen simpatía con algunos de sus líderes o con dicha agrupación política; considerándolo su representante ante el Estado que puede ser nacional o subnacional.

Existen ciudadanos que se incorporan a los partidos políticos, como militantes porque están de acuerdo con su ideología, su programa su sistema organizacional, su doctrina, etc. Y esta a su vez, se encarga de darle una formación convirtiéndolo en militante, dirigente, cuadro político, etc.

Estos conceptos claros y básicos, es lo que debe predominar dentro de una cultura política; pero que, de acuerdo a nuestra realidad estos enfoques han sido reemplazados por otros modelos de construcción de la cultura política en el país. Y esto se refleja en esta nueva contienda electoral; donde podemos encontrar una serie de patrones culturales que implica entender el comportamiento y la actitud política de los actores inmersos en este espacio.

Un primer punto está referido a que la mayoría de los candidatos, por no decir todos, aceptan y reconocen  la continuidad del modelo neoliberal y del mercado; aunque ya no tan ideológico. Si no con una actitud mesurada sobre el rol del Estado dentro de la sociedad y fuera del mercado, donde tiene que relacionarse con la inclusión social y el desarrollo de esta. Actualmente, no hay una posición antisistema o contraria al modelo imperante desde hace más 25 años. Todos los candidatos están de acuerdo con el modelo denominado “piloto automático”; lo que los diferencia es hacerlo más eficiente y competitivo.

Un segundo punto, podemos notar que para muchos actores y líderes políticos, la actitud y posición política está referido al pragmatismo, donde  ya no se encuentra de por medio la ideología o las propuestas políticas; ya que, ahora encontramos a candidatos que formaron parte de una ideología de izquierda y ahora están al otro lado. Es decir, el tema ideológico o programático, se ha dejado de lado para aliarse con candidatos opuestos a su identidad política, cuyo objetivo es llegar al Congreso de la República.

Del mismo modo, en este proceso electoral, encontramos la participación de la familia (padres, hermanos, tíos, hijos o esposas) no tan solo apoyando al candidato; también formando parte en la lista de candidatos al Congreso de la República; es verdad que no es un delito de nepotismo, pero éticamente es un error.

Es decir el Transfuguismo es algo normal y natural convirtiéndose en una costumbre. Inclusive la encargada de promover una ley contra el transfuguismo, también se ha convertido en una tránsfuga.

Un tercer punto, el fortalecimiento de la institucionalidad del partido, en esta coyuntura política ha sido dejado de lado debido a que la militancia y la norma no se viene aplicando ni respetando; e inclusive, la rendición de cuenta referido a la procedencia de los fondos para financiar las campañas electorales de los candidatos, no se ha va a poder saber de dónde proviene; ya que, el congreso de la república y los mal llamados “padres de la patria” que van a la reelección han preferido detenerlo para que no se vean perjudicados en su campaña electoral.

Los partidos políticos han dejado de funcionar como instituciones de formación de cuadros, dirigentes y militantes; por el contrario se han convertido en un sector donde el que tiene poder económico es el que maneja y dispone, a su antojo a la organización. La militancia, se incorpora por un interés económico, laboral, etc.; no tienen claro la visión ideológica y política, ni tampoco saber o conocen el programa político de su organización partidaria.

Las personas ingresan o forman parte de una determinada agrupación política, de acuerdo a sus intereses personales; ya que, pueden haber pertenecido a un determinado partido político y para otro periodo, pasan a ser militante de otro. Podríamos afirmar que existe un relativismo partidario.

Los candidatos al parlamento por un determinado partido político, algunos cuentan con sentencia y/o proceso judiciales; para lo cual quieren llegar al Congreso para contar con inmunidad parlamentaria, de esa manera salvarse de una sentencia. Otros son incorporados a pesar que en periodos anteriores, formaron parte de una agrupación política pero ahora se incorporan a otra, sin interesarle la ideología o modelo de desarrollo que han profesado; su incorporación se debe a la aceptación y simpatía que tiene en la ciudadanía; demostrando su caudillismo, donde la institución depende del político y no al revés.

Un cuarto punto, si en la campaña electoral del periodo anterior, el debate se centró en la inclusión social y las actividades extractivas; ahora el tema de debate y discusión se concentran en la inseguridad ciudadana y en la desaceleración económica que viene atravesando nuestro país.

Del mismo modo, vamos a encontrar una pobreza en el discurso político, como también en las propuestas, que van desde el desconocimiento del rol y función del parlamento como también de la realidad del país.

En esta campaña electoral no encontraremos grandes y buenas propuestas políticas y económicas, ni tampoco grandes discursos; por el contrario, encontraremos regalos y obsequios, bailarinas, etc.; que van a implicar fuertes sumas de dinero invertidos en el marketing electoral, antes que en la formación de la militancia y en una propuesta de gobierno y de país.

Queda en nosotros, como electores, saber las propuestas electorales de los 19 candidatos a la presidencia, por quién votar. Conociendo las propuestas, aunque difícilmente el ganador va a ser capaz de implementarlo; por que el plan dice una cosa y el discurso dice otra cosa, y la implementación es todo lo contrario a lo anterior.

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