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Memorias: Domingo de Ramos en Calipuy.

Por: Jaime Velásquez Cortez

El Domingo de Ramos marca el inició de la Semana Santa, conmemoración anual cristiana de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret, y como todo pueblo creyente, Calipuy manifiesta su Fe y devoción en estas fechas de una manera muy especial, propia y digna de rescatar.

Hace algunos años me permití garabatear sobre uno de los personajes casi místicos de estas celebraciones, “Los Penitentes”, en aquél escrito, me planteaba a mí mismo, una de las interrogantes inevitables para todo individuo que busque el entendimiento de sus vivencias, sobre todo en lo que respecta al origen de las diversas tradiciones y costumbres que constituyen la identidad de un pueblo, será pues un tema pendiente para los entendido y buscadores de respuestas a tantas interrogantes existenciales sobre nuestro pueblo y sus verdadero patrimonio inmateriales que generaciones de Calipuyanos han ido dando forma.

El Domingos de Ramos en Calipuy, es el inicio de un abanico de actividades que culminan el sábado de Gloria, durante toda la semana, se amalgaman: procesiones, veladas, rezos, devoción, juegos, chicotes, sirios, palmas, olivos, boliches, panes de boda, los tradicionales platos, café, tajadas, y mucho más, para darle forma a una semana única, en el calendario de las actividades del pueblo. Siendo los jueves y viernes santo los días más concurridos y significativos donde la figura del «Cargador», emerge como realizador principal de estos días.

Es ley de la física, que ni el tiempo ni el espacio son estáticos; por lo tanto, lo plasmado en estas líneas se remonta aproximadamente treinta años atrás. En aquellos tiempos pude vivir muy de cerca algunas semanas Santas, pues mi padre era uno de los miembros del denominado Comité Pro Fiestas del pueblo, y para suerte mía, Él tenía las llaves de la iglesia; como todo niño, en su afán de descubrir el mundo, supe arreglarme para buscar algunas respuestas a tantas especulaciones populares que acompañan estas actividades, como por ejemplo la crucifixión de la imagen Jesús que se hacía en la madrugada del jueves, cuando los niños dormíamos. Este aconteciendo casi secreto, era todo un tema de conversión y especulación en la escuela; afortunadamente para mí, las luces de las potentes “Petromax” alumbraban el fin de mi espera en la penumbra de mi cuarto, para seguir a mi padre y presenciar muchas cosas en la iglesia.

En aquellos tiempos, Domingo de Ramos tomaba forma como tal, aproximadamente a las 10 de la mañana, cuando la imagen de “Dominguito”, era trasladado de la iglesia hacia el alto, montículo de tierra ubicado detrás de la escuela, donde previamente se preparaba un altar blanco adornado con flores, guirnaldas, velas y cirios que aloja al santo hasta la media tarde, luego de la misa, emprendía su ingreso al pueblo montado en su burra junto a su pequeño burrito, que era el atractivo de los niños por la ternura del animal y la sonora campana que llevaba en su cuello, tanto la burra como el burrito antes de ser llevados al Alto, eran lavados en las aguas de Santa Mónica y adornados con motivos de la fecha con añil de ropa. El ingreso de Dominguito al pueblo y luego a la iglesia, era toda una fiesta ambulante, donde hombres mujeres y niños, con velas, ramas de Palma y Olivo acompañaban el recorrido con rezos canticos y chorros de agua florida, algunas vecinas del pueblo, solían tender verdaderas alfombras de flores sobre sus pañolones en las calle por donde pasaba la sagrada imagen, luego estas flores eran ofrecidas como bendecido alimento a sus animales domésticos, pues decían que los cuyes y conejos aumentaban como por milagro.

La imagen del santo que acompaña las memorias, se la debo al paisano Carlos Montalván Sánchez, antropólogo Calipuyano residente en Trujillo y muy amante de su pueblo. Según Jorge, la imagen corresponde al año 2006, claramente está deteriorada. Dicen algunos paisanos que en una de sus tantas peregrinaciones hacia el alto, en los brazos de Ranchero, éste lo hizo caer, y no sería la primera y única vez.

Ranchero o Rancherito era todo un personaje en el pueblo, para los muchachos de mi generación, su origen era un misterio, él decía llamarse Santos y entre pirigallas turureando (si existe el término), algunas desafinada ranchera, decía ser de México, en el pueblo también se decía que vino de muy niño de Cartavio y se quedó para siempre en Calipuy porque tomo el agua de las zarzas. Rancherito no tenía familia, vivía de hacer mandados y en casa de quiénes ocasionalmente lo necesitan; en comparación al temible Chururo (otro personaje del cual nos ocuparemos en otro momento), Ranchero era amigo de los niños y más de una vez nos hemos reído a carcajadas cuando alguna vez envalentonado por el licor, y con poses de torero se lanzaba a la plaza con toros bravos en la fiesta de noviembre.

Volviendo al Domingo de Ramos, algunos estandarteros mientras preparaban el altar en el alto y para ahorrar tiempo quizás, pedían al famoso Ranchero que traslade la imagen de Dominguito desde la iglesia hacia el Alto. Pero Ranchero siempre tentado por los calientitos que caían muy bien en las frescas mañanas Calipuyanas, se entretenía con algunos parroquianos que socializaban en algunas cantinas camino al Alto, 
-Tomate un trago rancherito… Caleo Caleo… aclamaban los parroquianos mientras sentaban a Dominguito en alguna silla o banca entre risas y tragos. Sin embargo, en más de una ocasión alguna señora seria del pueblo había reprendido entre Jesúses, Marías y Taytitos al portador del santo, obligando a seguir su camino de bajada por la calle las Palmas hacia el alto, bien colorao y casi marchando por los efectos de las pirigallas.

Esta son algunas memorias infantiles de los domingo de Ramos vividos en mi Calipuy, en tiempos donde no había alumbrado eléctrico, y los lamparines iluminaban nuestras modestas casas, mientras los sirios, las velas y una que otra lámpara Petromax a punta de kerosene color gaseosa, iluminaban nuestra acogedora iglesia. 

En aquellos tiempos, Dominguito tenía su propia burra y era blanca, era común verla en la noche del sábado, previo al Domingo de Ramos con su burrito comiendo grama en la plaza junto a los cipreses y bajo la luna serrana, algunos jovenzuelos de dicha época nos vimos tentados a cometer alguna que otra travesura con la sagrada burra, la cual era llevada por el estandartero de turno para su chacra, estaba prohibido hacerla trabajar, bajo amenazas de castigo divino, aunque no todos cumplían con las normas de la época y más de uno ante la necesidad de transporte se veía tentado a usar la burrita de Domingo de Ramos casi en secreto, pero en pueblo chico todo el mundo se conoce, bastaba que solo uno hubiera visto, era suficiente para que todo el pueblo lo sepa. Si bien es cierto que en aquellos tiempos no existían publicaciones locales, pero existía el recordado “tubo” en la esquina de la plaza, lugar a donde casi todos recurrían para abastecerse de agua traída mediante tuberías desde las Zarzas, el tubo era púes además de fuente de agua, el lugar donde se generaban y propagaban las noticias y los chismes, los mismos que viajaban en baldes, cantimploras o prendidos en los rebozos y los ponchos para propagarse por todo el pueblo y caseríos vecinos, de tal modo que si alguien hacia trabajar a la burrita de Dominguito, solo era cuestión de tiempo para que todos lo sepan.

Con cariño para mi Patria Chica Calipuy 


Jaime Velásquez Cortez // Buenos Aires Argentina

Foto: Jorge Carlos Montalván Sánchez

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