ColumnistasFlorencia Bracamonte GanozaOpiniónSlider

La tecnología de punta en las antiguas civilizaciones del Perú

Por: Mg. Florencia Bracamonte Ganoza

En el Antiguo Perú siempre tuvimos tecnología de punta, veamos, si ésta es definida como la práctica del conocimiento científico para satisfacer las necesidades; o, los conocimientos adquiridos que permiten fabricar objetos y modificar el entorno; o, toda tecnología de avanzada e innovadora; y, si en la RAE la tecnología es definida como el “conjunto de teorías y de técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico”: entonces, en todos los sentidos, siempre tuvimos innovadora tecnología “de punta”.

Perplejos, nos quedamos los estudiantes ganadores del concurso Misión Cupisnique, al escuchar al Dr. Jacques Pelegrin cuando explicó las implicancias de construir la Industria Lítica hace 12 mil años atrás, elaborar una PUNTA DE PROYECTIL era pura TECNOLOGÍA DE PUNTA

Para lograrlo pasaba por diversos procesos, desde encontrar la materia prima en las mejores canteras de riolita o cuarcita, trasladar el núcleo hacia el Taller, donde el núcleo era  percutado y luego de varias horas de trabajo lograr una singular y famosa Punta de Proyectil “Paijanense”,  antes de  que se incruste entre la piel y el músculo de algún venado cola blanca u otro ser vivo del que luego íbamos a aprovechar absolutamente todo: desde la carne hasta la piel.   Él mencionaba cómo después de años de práctica y esfuerzo consiguió en el Taller Experimental hacer una punta de proyectil capaz de alcanzar el logro ancestral y por supuesto no fue nada fácil (si no, eh ahí un reto). (ver también Chauchat 2006, Prehistoria de la costa norte del Perú)

Simultáneamente, la tecnología y las técnicas siguieron siendo de “punta” en cuanto evolucionaron en otros aspectos que tendría como fruto el gran desarrollo de nuestras ancestrales civilizaciones, desde la textilería hasta la metalurgia, desde la cerámica hasta los puentes colgantes, desde la medicina hasta la ingeniería.

Observar la naturaleza e imitar los procesos para aprender de ella y llegar a ser civilizados fue una sola idea, de ahí que la germinación y obtención del copo de algodón, y la siembra horticultora y el uso del algodón pardo nativo del país fue el “hilo de la madeja” para obtener las preciadas prendas, pasando por inventos como el telar y sus variantes, para lograr hermosos mantos, camisetas, faldellines, tocados, gorros u otros primorosos y útiles objetos que llevaron sobre sus cuerpos para aliviarlos de las temperaturas extremas, lucir bellas combinaciones y estar a la moda  y a las que se sumaron otros elementos naturales que luego de la domesticación y la aplicación de genética animal  en nuestros camélidos, obtuvieron finísima lana especialmente de la vicuña.

La idea de lo útil y lo bello definitivamente siempre fue una constante como veremos otras en el camino del mundo andino.

La genética vegetal aplicada paralelamente al paso de la horticultura a la agricultura también constituyó tecnología innovadora, el trastocar el carácter venenoso de algunas plantas como la yuca y tornarla comestible es un ejemplo de ello; o el mejorar las características de un teocinte de raíz venenosa en un maíz comestible de granos grandes y deliciosos, realmente es una maravilla; así como la diversidad de plantas que donamos al mundo entero como el frijol, la papa, el tomate, la papaya, el cacao, la lúcuma, la palta, entre tantos otros alimentos.

Por supuesto que la ampliación de los valles y la frontera agrícola también fue producto de la original ingeniería hidráulica, cuyo sistema de redes de canales y acequias, como si fuera un sistema circulatorio, mantuvo “vivo” todo el terreno que es irrigado por él, fue un ejemplo tangible que aún visualizamos en diversos lugares del país, especialmente memorable en la costa norte que dio lugar a grandes estados, como el Chimú, con sistemas admirables como el canal intervalles saliendo del río Chicama hacia el valle de Moche, o las reservas de la Pichona, en La Libertad, o el sistema hidráulico del Taymi, y el Racarrumi en Lambayeque.

La vida y la matemáticas están imbricadas ineludiblemente, desde la astronomía, el periplo del sol, los ciclos agrícolas, hasta la exactitud del recodo de un canal hidráulico para que la energía y la potencia del agua pueda ser llevada de un valle a otro y distribuida perfectamente por los valles y extender la frontera agrícola; así como, contabilizar hasta el último grano almacenado y poder dejarlo listo y al servicio de la comunidad en todos los momentos especialmente los aciagos de crisis.

Entonces, la contabilidad ya existía? -me preguntó con peculiar agudeza un estudiante-, pues si! espeté, se desconoce exactamente el momento inicial pero sí quedó registrado en las láminas del cronista Felipe Guamán Poma de Ayala,  -que desde ya el significado de su nombre es por demás interesante: “Halcón Puma”, tal vez por las características de esos hermosos seres vivos: agudeza, cálculo, exactitud entre otros aspectos-; en una de las láminas de su obra “La Nueva Corónica i Buen Gobierno” muestra al sabio quipucamayoc con la Yupana (nuestra calculadora andina) y el Quipu (registro minucioso), pues aquí en el mundo andino, la matemática se usó especialmente en tener contabilizado y calculado todo, y la muy importante tarea de “archivar” la historia ancestral para el aprendizaje y beneficio de las siguientes generaciones, y es que el orden natural lleva a que la ciencia esté al servicio de la humanidad y eso se refleja en la cosmovisión andina.

En relación a la metalurgia, los Chimú la tuvieron como uno de sus destacados conocimientos, tan es así que la técnica insondable de la tumbaga es decir el uso de 90 % de cobre y 10 % de oro, logrando aflorar externamente este último noble metal, pareciendo que la joya era oro puro, es simplemente uno de sus sofisticados conocimientos.

Es también fabulosa la descripción que se hace de los tesoros que obtuvo Garci Gutierrez de Toledo, en la huaca Yamollochuan  indicando que una de las primorosas joyas que vio fue una mariposa de oro pero tan fina y delicada y de maravillosa tecnología que puesta en el aire las alitas de esa prenda se batían al contacto con el céfiro. (Ravines:1980 Chan Chan metrópoli Chimú)

En otros aspectos muy importantes para la organización, los antiguos peruanos construyeron de acuerdo a las características geomorfológicas y topográficas de nuestro territorio, los rumi chaca o puentes de piedra, los huaros u oroyas, y los puentes colgantes dobles, que facilitaban el paso entre abismos, o de una rivera a otra sobre los ríos, ejemplos que podemos ver en el camino de Piura a Ayabaca y a Huancabamba; o, en Arancay y en Carás en la región Ancash (Regal Los puentes del Antiguo Perú).

Y los caminos tan singulares que desde épocas inmemoriales, hicieron para una mejor administración de los recursos de nuestras antiguas civilizaciones cómo los podemos observar adyacente a Chiquitoy viejo en La Libertad o el ancho camino que parte de Las Haldas cerca de Casma en Ancash y que se dirige en un eje este – oeste, trasladando diversos recursos hacia diferentes pisos ecológicos.

Debemos considerar entonces, que la tecnología de punta en nuestro Antiguo Perú tuvo un punto de partida, su filosofía de vida: la COSMOVISIÓN ANDINA, la que permitió organizar, prevenir, progresar y civilizar, esperando sólo ser estudiada, observada, y aplicada en lo que sea necesario en la actualidad, para salvaguardar a sus descendientes: los actuales peruanos y continuar contribuyendo con la humanidad entera.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *