La ausencia del pensamiento crítico en los jóvenes y sus implicancias en las redes sociales
Por. Mg Horacio Alva Villarreal
Comunicador social
En la era digital, el fenómeno de las noticias falsas ha cobrado una importancia notable, especialmente entre los jóvenes. El coeficiente intelectual (CI), que a menudo se utiliza como un indicador de la capacidad cognitiva, no siempre predice la habilidad de discernir entre información veraz y desinformación. A menudo, jóvenes con un CI promedio o superior pueden caer en la trampa de las “fake news”, lo que sugiere que la inteligencia cognitiva no es suficiente para enfrentar los desafíos de la información moderna.
La vulnerabilidad emocional y espiritual de los jóvenes, exacerbada por el uso de redes sociales, juega un papel crucial en su susceptibilidad a las noticias falsas. Cuando un joven se siente inseguro, ansioso o desconectado de su entorno, puede buscar validación y sentido en las interacciones en línea. Así, un joven que consume y cree en noticias falsas puede estar respondiendo a una necesidad emocional más que a un déficit cognitivo. La conexión entre la salud emocional y la percepción de la realidad es fundamental para comprender este fenómeno.
Un estudio realizado por el Centro de Investigación Pew (Pew Research Center, es una organización no partidista y sin fines de lucro con sede en Washington D.C., Estados Unidos. Fundado en 2004, se especializa en el análisis de tendencias sociales), revela que los jóvenes son más propensos a compartir noticias falsas que otras generaciones. Esto podría relacionarse con su menor experiencia en el tratamiento crítico de la información. Además, muchos jóvenes no reciben educación formal sobre alfabetización mediática, lo que aumenta su vulnerabilidad a la manipulación. No se trata solo de la inteligencia abstracta, sino también de habilidades prácticas y críticas que a menudo no se desarrollan adecuadamente en el sistema educativo.
La percepción de las noticias en redes sociales a menudo se ve influenciada por la teoría de la confirmación, donde los individuos buscan información que respalde sus creencias preexistentes. Esto puede crear un ciclo vicioso en el que la búsqueda de contenido que refuerce una visión del mundo previamente sesgada lleva a mayor credulidad y, por tanto, a una mayor exposición a la desinformación. La falta de fortaleza emocional se agrava al validar falsas narrativas que ofrecen un sentido de pertenencia en grupos en línea.
Es crucial abordar el tema desde una perspectiva psicoeducativa. Programas que enseñen habilidades de pensamiento crítico y evaluación de la información son esenciales para empoderar a los jóvenes. Entender la diferencia entre fuentes confiables y no confiables puede enseñarles a navegar en un entorno saturado de información. La promoción de habilidades críticas también puede ayudar a los jóvenes a desarrollar una mayor fortaleza emocional, permitiéndoles resistir la presión de la desinformación y encontrar un sentido de identidad fuera de las redes sociales.
La salud espiritual, que incluye la búsqueda de significado y conexión, también está íntimamente ligada a cómo interpretan la información. Un joven con una base sólida en sus valores personales podría ser menos susceptible a creencias infundadas. Por lo tanto, fomentar el desarrollo espiritual y emocional puede ser tan determinante como la educación intelectual en la lucha contra la desinformación. Invertir en el bienestar integral de los jóvenes tiene el potencial de fortalecer su capacidad para discernir la verdad en un mundo de información contradictoria.
Un aspecto crítico del problema es la estructura social en la que los jóvenes se desarrollan. Muchos de ellos carecen de modelos a seguir que promuevan una evaluación crítica de la información. Familias y comunidades que priorizan el pensamiento crítico y el diálogo abierto sobre la información enfrentan menos problemas relacionados con la creencia en noticias falsas. Fomentar una cultura de cuestionamiento y discusión puede ayudar a los jóvenes a desarrollar una mentalidad más crítica y resiliente.
Además, el impacto de la ansiedad social y la búsqueda de aceptación en línea puede llevar a los jóvenes a aferrarse a narrativas simplistas que proporcionan un sentido de control en un mundo en constante cambio. La combinación de baja autoestima y dependencia de la validación externa puede resultar en una mayor vulnerabilidad a la desinformación. Establecer vínculos y conexiones auténticas puede ayudar a los jóvenes a desarrollar una identidad más positiva y menos dependiente de las redes sociales, lo que en última instancia puede fortalecer su resistencia emocional.
Desde nuestro primer enfoque creemos que la relación entre el coeficiente intelectual, la vulnerabilidad emocional y la creencia en noticias falsas es compleja y multifacética. La educación en habilidades de pensamiento crítico, junto con un enfoque en el bienestar emocional y espiritual, es esencial para ayudar a los jóvenes a navegar el entorno de desinformación actual. Por lo tanto, tenemos el difícil reto de fomentar la resiliencia emocional y la conexión personal puede ofrecer un camino más seguro hacia una comprensión más clara y responsable de la información que consumen y comparten.