EL PENITENTE DE LA OTRA VIDA EN SEMANA SANTA EN SANTIAGO DE CHUCO
La Semana Santa en mi estadía en Santiago de Chuco, fue un periodo de reflexión, recogimiento y fiesta de la fe cristiana. En nuestras casas los abuelos, padres y familiares nos relataban sobre la vida, pasión y muerte de Jesús, así mismo, sobre los penitentes, que eran personas que cometían faltas graves, que, al confesarse ante el cura, lo daba de condena cumplir su penitencia y tenían que castigarse los años fijados solo en Semana Santa, lo que me llamaba la atención era sobre el penitente de la otra vida. Mi padre en mi niñez, me relataba, sobre dicho personaje, diciéndome:
El penitente de la otra vida es el diablo. Es el penitente que en su castigo no logró cumplir su penitencia porque murió antes, sus pecados fueron muy graves, entonces salen en Semana Santa a cumplir su penitencia.
Su aspecto causa terror, su vestimenta es negra, lleva calaveras con huesos blancos cruzados en el pecho y la espalda, sus ojos despiden fuego y sus manos peludas sostienen un látigo largo que se chicotea y revienta como trueno, se siente un sonido lejano.
Este penitente sale en las noches de luna llena en Semana Santa y espera al penitente de esta vida en la puerta del cementerio del pueblo para no dejarlo entrar, o lo busca por las calles insólitas y los ataca con fiereza. Su misión es no dejarlo que cumpla su penitencia y que muera para que se queme en el infierno como él que está quemado. Cuando se encuentran los dos penitentes es una lucha terrible, el penitente de la otra vida tiene más ventajas que el de esta vida, porque tiene los pies libres, mientras que el otro está atado, el de esta vida logra salvarse porque lleva algún crucifico en su pecho, o la talvez en plena pelea, el canto del gallo querco lo hace que el penitente de la otra vida se refunde al infierno.
Mi madre también me narraba, una experiencia que había vivido en su niñez, que lo he titulado: CHICOTAZO DEL PENITENTE DE LA OTRA VIDA.
Mis abuelos maternos Saúl Benites y Luisa Aguilar, en Semana Santa se fueron con sus hijos a Huashgón y llegaron a la casa de la señora María Vásquez, era Viernes Santo, mi abuelo y su hijo mayor habían recibido su plato de dulces por el estandartero de ese día, tenían que alumbrar en la procesión al señor en el pueblo, se quedaron los hijos menores (dentro de ellos mi madre Aurora) con mi abuela acompañados de la señora María Vásquez, todos merendaron y mi abuela Luisa y la señora María conversaban entretenidamente hasta altas horas de la noche, los niños no dormían, escuchaban la conversación atentamente, los alumbraba un candil ubicado en una pequeña repisa que les brinda la luz, el dócil viento que entraba de afuera por la rendija de la puerta, la ojiva brillante danza en un rechinar sigiloso.
A las doce de la noche, el silencio reinaba esas horas, sonó un gran estruendo parecía un cohete, en la banda del frente, por las peñas de Pachacucha, que al pie se deslizaba un río, hizo estremecer los cerros colindantes, el sonido sonoro del eco los contestaba.
Todos reunidos habían escuchado el bullicio.
– ¡Jesús, María y José! ¿Qué será esto? –exclamó y preguntó mi abuela Luisa.
La señora María Vásquez, respondió:
– Ese sonido, es el azotazo del penitente de la otra vida.
La niña Aurora que estaba despierta y había escuchado, pregunta:
– ¿Qué es el penitente de la otra vida?
– El penitente de la otra vida, es el diablo. Se azotado porque nuestro Señor Jesucristo está muerto -respondió la señora Vásquez.
Al escuchar la respuesta, todos se persignaron, los niños tuvieron miedo, mi abuela y la señora la dieron calma.
– Ustedes son hijos de Dios, él los protege. No se asusten niños -dijo la señora María.
Mi abuela y la señora Vásquez, rezaban arrodilladas con sus manos hacia el cielo. Los niños se metieron en la cama de pan y se taparon con las frazadas, hasta que se quedaron dormidos.
Luego la señora María seguía narrando a mi abuela que en Semana Santa se manifiesta el penitente de la otra vida, principalmente los Jueves y Viernes Santo. Mi finado padre decía:
– El penitente de la otra vida a veces grita en el cerro de Huacapongo.
Después de unas horas resulta llegando mi abuelo Saúl y su hijo, eran las tres de la mañana, la procesión había entrado tarde, mi abuela y la señora Vásquez que estaban despiertas, lo contaron lo que habían escuchado:
– Si, habrá sido el penitente de la otra vida, eso es el diablo principalmente se aparece en la muerte del señor, el Viernes Santo –contestó mi abuelo.
En eso momento, todos se acostaron a dormir, hasta amanecer para volver hacer sus quehaceres agrícolas en Huashgón. Los niños al despertar le contaron a su padre lo escuchado en la noche, el chicotazo del penitente de la otra vida. Mi abuelo reafirmó también sobre el penitente de la otra vida, que es el demonio.
(Fotos del Autor e Internet)
(*) Doctor en educación, ingeniero químico, abogado, licenciado en educación, investigador del Instituto de Investigación en Ciencias y Humanidades, directivo del Movimiento Capulí, Vallejo y su Tierra, docente universitario.
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