Algo se pudre en en el centro correccional La Floresta
Por: Jaime Bedón Gil
He tenido la oportunidad de ingresar al Centro Correccional La Floresta a brindar charlas de motivación a los jóvenes y adolescentes, y lo que he podido percibir es que, lamentablemente, no hay profesionales con el perfil adecuado para ayudar a despertar en ellos el amor por la vida, a mentalizarse en superar las dificultades y tragedias que viven, con decisión, con fe y esperanza. Ahí es donde hay que trabajar, en la parte mental, espiritual. No sólo tratarlos como bestias, para hacerlos más bestias, más rebeldes y peligrosos para la sociedad.
Este centro juvenil depende del Poder Judicial, y no puede estar tan descuidado en la parte formativa integral, como también es cuestionable que se haya colocado como director de un centro juvenil a un persona cuestionado que fue cambiado por denuncias e irregularidades cuando era director del penal de reclusos de Chimbote.
Es bueno que el Defensor del Pueblo haya visitado este centro y conversado con los jóvenes, así como recogido algunas denuncias de las muchas que existen. Indudablemente que no es fácil reeducar a jóvenes desadaptados, provenientes de hogares disfuncionales, o crecido en el desamparo, desafecto y violencia. Pero ahí está precisamente lo noble y profesional de lograr salvar a estos seres en peligro, del ostracismo y el crimen organizado.
Como se va regenerar, educar o resocializar a estos jóvenes si les dan alimentos malogrados, no hay medicina y los confinan en celdas de castigo o de tortura por más de un mes que los desequilibra psicológicamente. No podemos perder esta batalla, ni ser permisivos o indiferentes ante lo que está pasando en La Floresta.